viernes, 9 de julio de 2010

Relato erótico


En las noches de desvelo, cuando mi imaginación da para mucho más, sola en mi cama, puedo visualizar el siguiente encuentro. Recuerdo cuando conocí tu oficina por primera vez, con esos muebles de madera al parecer de caoba, con la mesa de cristal al centro.

Era sábado y tenía que terminar unos pendientes en la oficina, misma que abren sólo de lunes a viernes. Llegaste porque tenías llaves de allí mismo y con un pretexto parecido. Los guardias se retiraron a su casa, no había nadie más.

Yo llevaba una minifalda con medias a la altura de las rodillas, con unos moñitos coquetones para irme de antro terminando el trabajo, unas zapatillas altas y una blusa transparente con los hombros altos, un corpiño de encaje y un collar a la altura de los senos. Tú, guapo como siempre, llevabas tu pantalón de vestir, camisa de manga larga, péndulo de obsidiana y aroma a mar.

Me tocaste el hombro cuando yo trabajaba frente a la PC, me sobresalté, nos reímos... Sentí cómo se erizaban mis vellos cuando me rozaste con tu cuerpo. Intentabas aclarar que no fue tu intención asustarme mientras mirabas mis piernas. Yo las abría un poco para dejarte ver un poco más allá de las rodillas. Me puse muy nerviosa, acercaste una de tus manos a mi pierna. Viniste hacia mí, al ver el camino descubierto me acariciaste los labios con tu boca, el cuello, bajaste a mi escote en donde la transparencia trastocaba mi ser exponiendo lo erótico del momento, con el sexo a flor de piel bajaste hasta la altura de mis piernas y, finalmente, hiciste a un lado la ropa que tenía sobre puesta, ya de por sí húmeda, con tu lengua introduciéndote hasta lo más profundo de mi existencia.

No pude más que emitir un leve susurro. Subiste nuevamente y pude acariciar tu aliento suave con pequeñas mordidas en la comisura de tus labios. Me comí tu cuello saboreando lo salado del mar con esencia a sexo. Comenzaba a quitar los botones de tu camisa uno a uno sin mediar palabra, tus dedos traspasaban la influencia de tu de por sí hipnótica manera de hacerme sentir deseada.

Recorrimos la sala de una manera muy insistente, unas veces sentía lo duro de la mesa y otras tantas la suavidad del tapiz de las sillas. Murmurabas una plegaria en voz queda, como aquél deseo que se pronuncia con un gemido; sin permitirme siquiera un suspiro de alivio comenzaste a arremeter en mi vientre.

Desde esa vez sueño amante con la necesidad de tu cuerpo, de ser poseída cada vez que te veo. Vago por mi mente haciéndolo posible y con esa intensidad la oscuridad de tu ser provoca mi lujuria posando de mil maneras en un entorno hostil, lleno de salvajes emociones.

Libera mis miedos con ansiedad y húndete en mi hoguera de manera intempestiva. Permite que me defienda mientras tu mente exige más. Sé el dueño de ese momento mientras me mantengo participante, inquieta, o comerte suave y delicadamente hasta que decidas instintivamente seguir tu camino a mi vientre.

Hoy quiero escribir sobre el sufrimiento


Me puse a pensar en ello después de escuchar que un amigo sufre y no se puede relacionar sanamente con sus parejas...

Mi mente comienza a volar, imagino todas las etapas del sufrimiento.
Cuando comienzas a sentir un hueco en tu cuerpo el cual se concentra a la altura de tu estómago, comienza a subirse hasta tu cabeza misma que te da señales de que estás a punto del desmayo; te acomodas, sientes ira, frustración, ganas de salir corriendo a solucionar el mundo que a cada minuto se te está cayendo pedazo a pedazo. De repente ya no te dan ganas de hacer nada, ni de salir, todo se vuelve en tu contra, las parejas besándose, los papás con sus hijos sonrientes, los amigos bromeando y jugando en plena calle, los abuelitos disfrutando un poco de sol, todo ocurre en tus narices...

Eres una mujer en plenitud, unos diecisiete dieciocho años de edad, acabas de salirte de casa de tus padres y, sin apoyo de ellos más bien en tu contra, apenas tienes dinero para comer... Regresas del trabajo a tu nuevo "hogar"; por fin eres libre de hacer lo que te plazca, pero no es así, con tu salario pagas el agua, mantenimiento, renta, luz, gas, pasajes, etc., y te quedan únicamente doscientos pesos para sobrevivir a la quincena, tus únicos alimentos son un pan y un litro de leche para toda la semana.

Recuerdas que la comida que hacía tu abuelita la detestabas: lo que darías ahora por un plato de sopa de ella. Te enfermas porque no has comido bien y no hay ni perro que te ladre, estás sola, en tu habitación, añorando ese té caliente que te traía tu mamá con mala cara y regañándote porque no entendías que había tenido un día de trabajo extenuante y venía cansada aún a atenderte.

Un día te corren del trabajo y viene la búsqueda de uno nuevo para sobrevivir.

Tus amigos desaparecen porque ya no tienes tiempo para divertirte ni salir con ellos. Comienzas a pensar que no te puede pasar nada peor, pero no es así. Llevas unos meses sin conseguir trabajo y vendes parte de tus pertenencias para seguir adelante, cama, ropa, medallas de oro y plata. Consigues trabajo al fin, regresas del trabajo sumamente cansada a dormir en un sillón maltratado porque fue lo único que pudiste conseguir. Tu novio... mmmm ¿cuál novio?

Estás llena de personas alrededor pero ninguna que te haga sentir importante como lo eras en casa de tus papás. La relación con ellos se vuelve cada vez más densa, nunca te visitan porque siguen enojados ya que una señorita decente no haría las cosas que tú haces.

Te involucras con una mala persona que te promete la luna y las estrellas y resulta que es casado y con dos hijos, recuerdas de aquel bebé que tuviste que abortar porque eras demasiado joven, tus papás nunca lo hubieran consentido y tu novio estaría en la cárcel porque eras menor de edad al embarazarte; trabajaste en ese tiempo de embarazo como loca para tener a tu bebé, porque tu novio no quiso hacerse responsable, pero eso no resultó porque tu trabajo requería estar todo el tiempo parada, de nueve a nueve, y al segundo día de trabajo forzado lo abortaste en el sanitario, obvio tus papás nunca se enteraron, tu vida se volvió miserable, era un infierno cada que venía tu periodo menstrual con los recuerdos de aquél amor fallido, esperanza perdida diseñada por la moral que te inculcaron en casa, y fue cuando huiste de allí antes de que te volvieran loca con esa frase de que una señorita decente no hace tales o cuales cosas.

En tu casa te etiquetan de oveja negra, mala influencia, de rebelde sin causa; tus padres no te hablan simplemente, ni en tu cumpleaños, ni en navidad, ni en año nuevo. El tipo que quiere salir contigo te exige tener relaciones, pero no tienes ganas, al negarte, entra a la fuerza a tu casa ya que él sabe que vives sola, ¡estás sola!, rompe tus ropas de dormir, te golpea, quiere forzarte a tener relaciones sexuales, te defiendes, te niegas, él se saca el pene y te lo restriega en el cuerpo para introducirlo, te defiendes como puedas, trae consigo un cuchillo y te corta la mano, tú logras zafarte y huyes de esa casa en donde se quedan tus triunfos, tus muebles, tu ropa, tu cosas que con tanto trabajo compraste de a poco.

Llegas a casa de tus padres, porque sabes que ningún otro lugar es seguro; allí tus papás por naturaleza te defienden en lo ideal, pero en la realidad ellos te dicen que tú tienes la culpa ya que en primer lugar nunca debiste salirte de su casa, después dicen que te lo mereces porque seguramente tú lo provocaste para que él te violara y luego para que te cortara, finalmente porque siempre has sido una rebelde y alguien debía darte una lección. Pides ayuda psicológica porque ya no puedes más con tanta emoción mal canalizada. Te liberas un poco...

Y si pensabas que a ti te iba muy mal, viene una de tus amigas que es muy inteligente, la más divertida, estudiosa, trabajadora, nunca fumó ni tomó alcohol, nunca se drogó, vino a decirte que tiene un tumor cerebral y no tiene lana para el tratamiento... Hubieras querido estar con ella todos esos años que nunca supiste más nada, pero no hay vuelta atrás... Todas tus penas se vuelven mínimas en comparación al sufrimiento de otras personas...

NUNCA NADIE PUEDE SABER LO QUE HA PASADO EN TU VIDA, NI EN LAS DE PERSONAS CERCANAS O TAL VEZ SÍ... LAS PERSONAS QUE SABEN LO QUE ES LA FELICIDAD ES PORQUE HAN SABIDO ANTES LO QUE ES EL SUFRIMIENTO Y ENTIENDEN QUE LA MISIÓN DE TODOS EN ESTE MUNDO ES SER FELICES, LA VIDA ES DURA, MUY CABRONA PERO AL MISMO TIEMPO HERMOSA... NOS JUEGA MALAS PASADAS PERO NADA QUE NO TE PERMITA SER FELIZ, ¡SÉ FELIZ Y HAZ FELICES A LAS PERSONAS CERCANAS!, REGALA UNA SONRISA, UNA PALABRA DE ALIENTO, NO SEAS INDIFERENTE ANTE EL SUFRIMIENTO DE LOS DEMÁS, NO SEAS NEURÓTICA NI HAGAS MAL A NADIE. QUE NADIE TE ROBE NI TE QUITE TU HERMOSA SONRISA NI TE DEJE HUELLAS EN EL ALMA, SÉ LA LUZ EN EL CAMINO DE ALGUIEN MÁS, SOBRE TODO SI ESTE ALGUIEN MÁS ES TU HIJO. PERMITE QUE EL AMOR ENTRE EN TU VIDA Y NUNCA TENGAS MIEDO DE VIVIR. TODOS Y CADA UNO DE LOS MOMENTOS FELICES Y TRISTES TE HAN HECHO CADA DÍA MÁS FUERTE, AHORA SABES QUE NO DEBES SER LA OSCURIDAD EN LA VIDA DE LOS DEMÁS.