La sangre me hervía de pies a cabeza mientras las invasoras soltaban patadas y golpes, mi hombre me colocó detrás de él y recibió todo el daño. ¿Van a quedarse o a moverse?, les pregunté. Tranquila, me contestó una tipa dándome unas palmadas en la cara. ¡Se me quitan de aquí ahora mismo y tú no me toques! Se desnudaron para entrar al estanque. Una de ellas soltó un arañazo sin éxito, la otra intentaba darme una patada. Yo desde atrás, presté atención detenidamente hasta que una de ellas se acercó demasiado. ¡Prrraaaaas! Zarpazo certero en la cara con el puño cerrado y asunto terminado. Sólo que el temblor en mi cuerpo perduró unos instantes más. Él: ¡Se acabaron las rachas de conciertos tranquilos! Vámonos por favor no aguanto el dolor en mi cuerpo. Prendí un cigarro para apaciguar las convulsiones de mi mente y volví a visualizar todos los colores existentes nadando en la laguna cristalina del centro de espectáculos. Se paró otra tipa al frente con sus amigas y con esas infulas de grandeza "quítense todos porque ya llegué", pero yo ya me estaba bañando en tonalidades diferentes.
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