viernes, 8 de octubre de 2010

2 de octubre

Ser mexicano hoy en día parece un acto de esperanza, de fe, es una larga paciencia que prolonga el estoicismo de una nación entera. Cuántas alegrías tendríamos ahora si estas personas no hubieran sido asesinadas, cuántas más nostalgias nos quedan para seguir permitiendo que nos lastimen, que nos masacren, que nos aniquilen...

Esto fue en 1968, la matanza de los civiles en Tlatelolco, estudiantes, profesores, madres, mujeres embarazadas, campesinos, indígenas, ancianos, niños que paseaban por la calle ese día fatuo y lleno de humillación para toda la humanidad. Al día de hoy somos testigos, a veces hasta presenciales, de la aniquilación que continúa en contra del pueblo mexicano con más de 30,000 personas reportadas como "baja" por la guerra de Felipe en contra del narcotráfico; son mayores las cifras en México que en la guerra de nuestro país vecino contra el posicionamiento de armas nucleares en Asia. ¿Cuánto tiempo más tendremos que agachar la cabeza para conscientizarnos sobre los errores que causan la muerte de nuestros hermanos los hombres!

Una estrella más del bicentenario, una ráfaga de un acto criminal en contra de los nadies quienes traicionamos una vez más a las personas que lucharon por nuestra libertad, justicia social, derechos humanos al no defendernos de los ataques de las quimeras que se encuentran en el poder... Una estrella más del centenario sobre las miles de personas acribilladas en la revolución que nos tenía que permitir evolucionar como mexicanos. Y no, no me refiero a Miguel, ni a María Morelos, tal vez a Benito, el más republicano de todos los republicanos, ni a Vicente, tampoco a Emiliano, ni a Doroteo, mucho menos a Álvaro o a Venustiano, me refiero a aquellas personas que se mantienen en el anonimato indispuestos para salir en las primeras columnas por no ser gente de clase alta, hablo de las personas "personas", de los indígenas, de los campesinos, de los artesanos, de las madres, hijas, estudiantes, gente pobre, los mendigos, de la gente que, cansada de luchar contra su miseria, decidieron darnos una patria libre y mexicana, nacional. Hablo de esos estudiantes que no permitieron humillaciones y terminaron como en un campo de concentración nazi, acorralados y acribillados, desnudos y mutilados por soldados enfermos de sangre humana con su cara de placer después de haber matado a un niño de 16 años...



¡¡¡¡¡DOS DE OCTUBRE NO SE OLVIDA!!!!!
TIENEN UNA DEUDA CON NOSOTROS SEÑORES

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