martes, 1 de diciembre de 2009

No quiero oro ni quiero plata


¡No quiero oro ni quiero plata, yo lo que quiero es Iztapalapa!


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Mujer de principios, con integridad, comprometida con la sociedad, esa es Clara Brugada quien fuera la candidata del PRD para ocupar el cargo de jefa delegacional en Iztapalapa; días antes de las elecciones ciudadanas, el TRIFE decide quitarla del nombramiento. Jesús Ortega (quien dividió al partido reestructurándolo de izquierda a derecha ultramoderna nazi o PAN) colocaría entonces a una mujer de apellido Oliva, eliminando así al PRD de Obrador en las próximas elecciones. En las papeletas aparecerá el nombre de Silvia Oliva, y no así de Brugada. Obrador no lo piensa más, decide que, en colaboración con el PT, sus aliados que luchan en contra del sistema panista autoimpuesto, y su grupo de trabajo, deben tomar el asunto seriamente; es cuando deciden conciliar el problema junto con Rafael Acosta, alias Juanito, quien sería en adelante el favorito para las próximas elecciones. Antes de la llegada de este señor Rafael Acosta mejor conocido como Juanito, cabe señalar que el PRD con Clara Brugada tenía el 57.3 % de las votaciones en Iztapalapa, el PRI tenía 18.2 %, el PAN Olivia Garza el 16.7 % y el PT junto con todos los demás candidatos apenas contaban con el 7.8 %, según la encuesta generada por el Gabinete de Comunicación Estratégica. Es decir, que del enfrentamiento entre Clara Brugada y Oliva apareció el tal Juanito, que sin el apoyo de Andrés Manuel López Obrador y Brugada el tal Juanito no hubiera ganado nada; sin embargo viene a decir que él, con el simple nombre de Juanito, ganó limpiamente la jefatura delegacional de Iztapalapa y que incluso podría ganar la presidencia del país. El acuerdo entre perredistas y Acosta fue muy claro, hacer que la gente votara por Rafael Acosta como representante legal ante el TRIFE pero con la intención de que este renunciara para cederle el puesto a Brugada, ya que sería ella quien triunfaría si no fuera por las mañas de las gentes que desean tomar el control de la delegación más grande de la Ciudad de México. Hablemos claro señor Acosta: la gente votó por Brugada, usted se dio cuenta demasiado tarde que ser jefe delegacional de Iztapalapa es una gran responsabilidad ya que el manejo de esta incluye los tres mil setenta y seis millones de pesos que recibe la delegación, controlar a los uno punto ocho millones de sus habitantes, por decir algunas de las posibles causas responsables de que los partidos deseen tener el control; dicho en otros términos más sencillos, quien controla Iztapalapa controla las votaciones de la Ciudad de México. Esquiroles y más esquiroles, Juanito se convirtió en objeto de los intereses de los más neoliberales, absurdos por no decir fatuos y nefastos políticos corruptos que no se sacian la sed de poder, quienes le quitan el derecho a los ciudadanos de decidir por quién votar. La gente grita Obrador!!! Obrador!!! Pero por Juanito gritan Traidor!!! Traidor!!!